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La Reina de la Noche

Crónica Digital

Por: Jovan Hernández


Se toma un trago de ron doble mientras espera su turno y la animadora anuncia: “¡fuerte el aplauso para Natalia Valenzueeela!”


Las luces se encienden en el centro del escenario y ella hace su ingreso con una cadencia en su caminar que ya quisieran muchas mujeres manejar. Su figura está ceñida por un vestido morado repleto de piedras tornasol y complementado con accesorios brillantes; una peluca negra y frondosa con un enorme clavel rojo que la adorna, enmarcan su rostro cargado de maquillaje que se suaviza cuando sonríe exhibiendo el blanco cristal de sus dientes.


Natalia Valenzuela, así es como se hace llamar Joan Lozano en el arte del transformismo que, consiste en la caracterización mediante la cual una persona, generalmente de sexo masculino, adopta los modismos culturales como el maquillaje, el vestuario, los gestos y la forma de hablar que convencionalmente se le asignan a la mujer.


Después de insistir durante varios días, él había aceptado que alguien registrara su proceso de transformación, pues está acostumbrado a que su público lo vea de una vez organizado y producido, o como él mismo prefiere decir: “trepada”.


A El Salado, un barrio de la comuna 13 fui a parar en busca de aquel personaje. Era domingo en la noche, día de la madre. El taxi que me transportaba tuvo que detenerse una cuadra antes de llegar a mi destino porque la calle estaba bloqueada por una turba que tomaba, bailaba y cantaba como si no hubiera un mañana. Literalmente era una colonia chocoana que se había apoderado de la vía. El volumen de la música era ensordecedor.


Luego de atravesar en medio de semejante carnaval, llegué fácilmente al lugar donde me habían citado. Era un callejón donde sonaba música por todos los rincones, se escuchaba como un popurrí al unísono. La casa no tenía timbre y tuve que ponerme a gritar su nombre como verdulero en plaza de mercado para que me abriera la puerta.


Después del tercer llamado, se asomó por el segundo piso, me saludó y me invitó a que subiera por las escaleras. Él estaba de lo más cómodo en su casa. Sin camisa, en chanclas y en pantaloneta. Su rostro ya estaba cubierto con una buena cantidad de base y polvo, y su cuerpo, embadurnado con una crema que daba la impresión de bronceado de playa.


No es fácil todo que tiene que hacer un transformista para lucir bien en una noche, comenta Joan que continúa maquillándose para darle vida a Natalia y al mismo tiempo ensaya su repertorio que incluye canciones de Gloria Trevi, Ana Gabriel, Roció Durcal e Isabel Pantoja. “Es que esa es la música que nos gusta a las maricas”, apunta.


Galeria:


Mientras veo un cuadro que hay colgado en la pared con el rostro de dos mujeres, La Sofía se acerca a mí amablemente con un vaso de gaseosa de manzana , y se sienta con toda la delicadeza del mundo en la cama que está repleta de cosas y luego se recuesta. “Es que La Sofía es muy mujer”, dice Joan que ya lleva su proceso de maquillaje algo adelantado.


La Sofía es uno de sus mejores amigos y esta noche lo acompañará al lugar donde va a hacer su show de transformismo y fonomímica. Sus amigos, conocidos y hasta sus familiares lo llaman así cariñosamente sin importar cómo vaya vestido. Es un personaje pintoresco que difícilmente pasa desapercibido por su amaneramiento. También es transformista y dice en tono sátiro que esta noche no se va a vestir porque no quiere opacar a La Natalia.


Natalia que ya empieza a apoderarse del rostro de Joan, me dice que las mujeres que están en el cuadro son su mamá y su tía que fallecieron hace algunos años. Primero lo hizo so mamá Lita en 2004 y diez años más tarde, partió su tía Lola. Después de esto su círculo familiar quedó bastante reducido. Vive en un cuarto con lo necesario y en la casa del lado, vive su primo.


Orgulloso, dice que su parte femenina y la sensualidad, la heredó de su mamá que era muy pinchada. Aún recuerda cómo se maquillaba y se pintaba las uñas aunque no saliera a la calle, pues no podía caminar y trabajaba sentada en la cama, en su máquina de coser y sin dar ninguna queja.


Su mamá nunca lo vio vestido de mujer, pero sí supo antes de morir cuáles eran sus inclinaciones sexuales, algo que nunca le reprochó. Dice que era bien alcahueta con él y que en época de Halloween le hacía sus disfraces. La que sí puedo verlo en esas fue su tía Lola quien también le confeccionó algunos vestidos para participar en reinados, lo veía practicar para sus shows de fonomímica e inclusive, le decía qué debía corregir para salir mejor.


Encima de un escaparate hay un televisor de esos que ya no se ven y junto a éste, una peluca negra colgada de un clavo en la pared. Mientras la miro, Natalia que ya está casi lista me dice que la peinó y la enruló hace una semana para el show de esta noche que es un homenaje a las madres.


Natalia ha cobrado vida completamente y se hace sus últimos retoques antes de salir. La Sofía le ayuda a calzarse los tacones y también le pone los aretes con pegaloca. Son casi las doce de la media noche y rápidamente empacan todo para salir. Yo también ayudo llevando algunas cosas. El tiempo apremia.


Salimos por ese callejón y una cuadra más abajo, me encuentro de nuevo frente a la “colonia chocoana” que se había adueñado de la vía. Natalia dice que hace como tres años eso se volvió parte del paisaje, y que es normal ver a esa muchedumbre celebrando ahí sábados, domingos y festivos.


Comienza la algarabía cuando ven que Natalia se abre paso en medio de la multitud y se contonea cual reina por la calle como si fuera una pasarela, mientras tanto, La Sofía hace las veces de guardaespaldas y yo sigo aterrado con la descomunal celebración.


Galería:


Llegamos a una discoteca llamada Estudio 2000 ubicada en el centro de la ciudad, cerca al parque Bolívar. Allí se llevará a cabo el evento en el que Natalia participará. En este sitio nocturno, además de la rumba, se celebran también reinados de belleza, concursos de talento y fonomímica.


Video:


Nos ubicamos en una mesa muy cerca de la pista de baile, la misma que al momento del show se convierte en el escenario para las artistas que se presentan esta noche a homenajear a las madres. Suena un merengue, luego un vallenato y un porro después. Natalia se dirige al camerino para cambiar su atuendo en compañía de La Sofía que no la desampara, mientras yo espero en la mesa a que empiece la función.


Cuando Natalia Valenzuela es anunciada, la ovación del público no se hace esperar. La reconocen y la admiran. Durante su presentación, hace gala de su histrionismo vocalizando y gesticulando como si en realidad estuviera cantando. El aplauso de la gente es su mejor premio y con eso está más que satisfecha.


Dos horas después, casi a las cuatro de la madrugada, se encienden las luces, esta vez para anunciar que el show ha terminado. Esto significa que la magia de la noche acabó y que al día siguiente todo vuelve a la normalidad. Su vida como Joan continúa y su trabajo como coordinador de servicio al cliente en una empresa de mensajería lo aguarda. Sigue la rutina del día a día, a la espera de una nueva oportunidad para darle vida a Natalia, La Reina de la Noche.


Video: El show de Natalia


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